
Tras esta merecida parada la ruta siguió por la Rambla del Charche, para caer a la Rambla del Chirivel, donde alguno se lavó los pies en los charcos de la rambla, de aquí subieron hasta pasado Vélez Rubio, y en la zona del Cortijo del Ciprés coger el camino que les subiría hasta el Collado del Peral, collado que estaba mas arriba de lo que parecía, y sumando al desnivel del camino que la parte de arriba estaba totalmente nevada, haciendo malabarismos para no caerse, y aparte abriendo camino, porque no había pasado ningún vehículo en la zona del puerto. Si la subida fue complicada, la bajada no estuvo exenta de riesgo, ya que a veces la bici se clavaba en la nieve, y el consiguiente revolcón. A eso de las dos y media ya estaban todos en Vélez Blanco, de barro hasta los ojos, para comer en el Mesón Antonia, que ya nos estaba esperando. El menú consistió en unos patos al centro de jamón, embutidos, y alguna que otra cosilla, para pasar a la carne, un buen chuletón, cordero, o pescado en su defecto… postre, café, chupito y arreando.

La vuelta, ya con la panza llena, fue hasta Vélez Rubio por la carretera, bajando hasta El Charche, para subir por la senda, tramo que estuvo repleto de incidentes, pinchazos, reventones, cadenas rotas, pero que se solventaron sin problemas, salvo un abandono por un reventón, que por mas que lo intentaron no tenía arreglo, con su consiguiente traslado por las asistencias. Seguía la ruta por Los Heredias, Los Buitragos y coger la Rambla del Zarzalico hasta Las Macetas, bajando hasta Puerto Lumbreras por la vía de servicio.

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